Santa María de Bendones

Arqueología

Cuando se descubrieron los restos de la iglesia de Bendones, con posterioridad a su incendio y destrucción en la Guerra Civil, por parte de D. Joaquín Manzanares Rodríguez-Mir, las actividades arqueológicas realizadas fueron únicamente prospecciones relacionadas con la recuperación del trazado de la planta de la iglesia. Acometida la reconstrucción de la misma bajo proyecto del arquitecto D. Luis Menéndez Pidal, ésta no finalizó -mediando la polémica, el conflicto, el desacuerdo y la ruptura total entre descubridor y arquitecto- completamente hasta el año 1973. Pese a los aspectos discutibles de la misma, nosotros consideramos que representa bien la probable realidad del monumento altomedieval, ya que, en cualquier caso, los restos eran más que suficientes para la correcta interpretación de sus volúmenes. A este respecto, comentaremos a continuación nuestra interpretación del edificio a partir de la planta presentada por el citado Joaquín Manzanares en 1958.

Una vez liberado el edificio de los añadidos parroquiales modernos, las ruinas subsistentes, autorizan –al margen de aspectos polémicos de índole menor- la actual reconstrucción, como trataremos de demostrar a partir de la planta del edificio primitivo trazada por su descubridor, el mencionado D. Joaquín Manzanares, y posteriormente reconstruida por el arquitecto D. Luis Menéndez Pidal, en una descripción de la planta primitiva de oriente a occidente.

Planta arqueológica de la iglesia de Bendones según D. Joaquín Manzanares Rodríguez (1958). Interpretación gráfica por Francisco José Borge Cordovilla (2015).

En el santuario, se conservó prácticamente íntegro el ábside central, incluidos restos de la bóveda de cañón, y las columnillas y el alfiz que delataban la existencia de la habitación supraabsidal, típica de la estructura absidal tripartita conservada en otros monumentos; además, el carácter de su arco triunfal se demostró por las huellas de los tableros de cancel conservadas en las jambas laterales del mismo. Se conservó, además, el esquinal SE del edificio, delatando la existencia de la capilla lateral S, confirmado su carácter sacro por la conservación, in situ, de los correspondientes tableros de cancel, en las jambas a ambos lados de su arco. De modo simétrico, se puede reproducir este esquema para el ábside lateral N; además, la localización de cimientos de sendos contrafuertes, a eje del conservado ábside central y los desaparecidos laterales, sirven para confirmar definitivamente esta interpretación.

En cuanto al aula que conformaba la nave transversal que daba salida al santuario tripartito –por cierto que de no existir aquel, no tendría sentido ésta- se conservó íntegro, tanto en planta como alzado el muro meridional hasta el piñón del tejado a dos aguas, así como la mitad O del muro septentrional; también se conservó íntegro el muro del imafronte, que junto con el testero E –conservado íntegro en su parte central y meridional- soportaban los durmientes del tejado. De lo anterior se deduce, en nuestra opinión, que la reconstrucción de tal dependencia no ofrece ninguna duda, con su eje mayor N-S determinando la orientación de su tejado a dos aguas.

Del pórtico contiguo por el O al aula o nave única -cuyos muros forman unidad con los de ésta- no cabe duda de su carácter tripartito, habiéndose conservado íntegro su perímetro de N a S, y determinándose su articulación en pórtico central y laterales simétricos al mismo, a través del claro indicio arqueológico de los respectivos machones, que, a N y S, determinaban el arranque de los muros de separación en pórtico central y laterales.

Por último, en cuanto al ángulo murario (S y O) reconstruido como torre-campanario, aparte de que resulta difícil otra interpretación, habida cuenta su aislamiento del edificio, existe además el indicio arqueológico favorable de que, al menos en apariencia, y según se refleja en los planos elaborados por el descubridor del edificio, se conservan indicios de desgarro en los muros conservados que se corresponderían con los muros E y N, desaparecidos.

Habida cuenta el carácter de villae con el que aparece definido el asentamiento de Bendones en la documentación, y constituyendo, con total seguridad, la iglesia el principal edificio comunal de la misma, y por extensión, el espacio a su alrededor, no debe extrañar la presencia de una o más campanas, de uso tanto religioso como civil, según prescripción de San Paulino de Nola (s. V), dispuestas en una estructura arquitectónica especial, según disposición de San Gregorio, obispo de Tours (s. VI). Los primeros ejemplos conservados son los de los campaniles de Ravena, en las basílicas de San Apolinar el nuevo y San Apolinar in classis (ss. VIII y X, respectivamente). No se conserva, pero consta según referencia del Liber Pontificalis, que Esteban II ordenó, en el s. VIII, la construcción de un campanario en la basílica de San Pedro de Roma, equipado con tres campanas. Vemos pues que, tanto por la existencia de ejemplos contemporáneos, como por las características de los restos conservados y de su ubicación, la interpretación de los mismos como campanario es la más plausible, con lo que la reconstrucción nos parece adecuada también en este punto.

Durante la reconstrucción por D. Luis Menéndez Pidal, se produjeron fuertes discrepancias entre el proyecto de éste, y las propuestas reconstructivas del descubridor del edificio, D. Joaquín Manzanares, que, finalmente, condujeron a la ruptura de colaboración entre arquitecto y descubridor. Las principales:

En resumen, creemos que la traducción de las comentadas discrepancias en la reconstrucción del monumento, no justifican en absoluto la descalificación global de la misma, tan arraigada en los medios académicos y popularizada de modo interesado entre la población.

Santa María de Bendones. Conjunto edilicio en la actualidad. Villa de Bendones. Posible muro medieval. Esquinal NO. Villa de Bendones. Posible muro medieval. Alzado desde el SE.

La tarea arqueológica del descubrimiento e interpretación de lo que fue la villa altomedieval de Bendones -existente en 905, con independencia de la falsedad o no de su donación a San Salvador en dicha fecha- constituye un importante reto arqueológico cuyo afrontamiento desvelaría importantes aspectos acerca de la realidad material de una explotación de estas características en la Alta Edad Media.

Presumiblemente, la mayor parte de las estructuras han de estar subsumidas bajo las actuales edificaciones del pueblo, ya que, habida cuenta del espacio disponible, aquellas adoptarían la misma disposición que éstas. Sin embargo, hemos recogido testimonios verbales acerca de estructuras subsistentes en estado de ruina, a las cuales, por tradición oral, se atribuye gran antigüedad. Así, un fragmento de muro situado al NO de la iglesia, a la vertiente derecha del camino que constituye el eje de la actual población, y que correspondería al extremo de una edificación. Se trata de un lienzo de muro de unos 3-3,5 m de longitud conservada, que constituiría probablemente el extremo de una edificación, o conjunto de ellas, de las cuales las ubicadas más al O. se conservarían, reconstruidas con parecida disposición. Presenta en su esquinal grandes sillares escuadrados, dispuestos a soga y tizón, y en el resto hiladas de sillarejo poco desbastado, pero manteniendo una cierta horizontalidad en su disposición, que lo aleja de la simple mampostería.

Tal villa altomedieval hubo de constar de un palacio, o casa señorial, que, con independencia de su entidad, hubo de cumplir las funciones de centro administrativo, aún eventual, y lugar central y de representación de la misma. A tal efecto, se nos señaló, como la de mayor antigüedad y entidad de la localidad, una casa, actualmente muy reformada, ubicada al NE del asentamiento, prácticamente afrontada al cuerpo absidal de la iglesia.

Nuestro agradecimiento al vecino de Bendones, D. José Antonio Lobón, por su asesoramiento y amabilidad durante nuestra visita de prospección.